Sangre, sudor y lagrimas

El 13 de mayo de 1940, Winston Churchill pronunció su primer discurso como Primer Ministro. Europa estaba en crisis: Hitler acababa de invadir Francia y Holanda. El gobierno inglés, muy tocado, confió el mando a Churchill entre el escepticismo general. "Nunca he creído en él", declaraba un parlamentario. "Es un desastre", decía otro. Pero Churchill fue el único que supo medir el riesgo que encarnaba Hitler. "Sangre, sudor y lágrimas" fue una de sus primeras promesas, y el punto de partida de una narración apasionante en la que se relatan los entresijos de un momento que cambió la historia.